Pongamos que esta noche te hago un trato
Tú pones Candelaria esa tu gracia
Yo si acaso pondré toda la audacia
De llamar a llorarte en arrebato.
Una blanca pasión escribe lenta
Por esta hermosa noche de sereno
En la que yo hurgo en el amor ajeno
Y alcanzo corazones en tormenta.
Amor en la mirada, ese amor ciego
Amor en la razón y en la locura
Alivio entre la pena y la amargura
Consuelo de mi voz y de mi ruego.
La luz de un mundo hosco y sin camino
Referencia de brillo en la tiniebla
Norte de claridad entre la niebla
Candelaria alumbrando mi destino.
Yo soy gozo, tú mirada dolorosa
Vivo libre aunque parezca maniatado
Y sobrevuelo el tránsito cansado
Que une las acacias entre rosas.
Ve clavadas las astillas del fracaso
En la triste soledad de tanta gente
una lágrima vidriosa, impunemente
Va camino a los labios del ocaso.
La quietud dolorosa, sorda y ciega
Solo tiene salida en la tristeza
El perfil de tu beso, tu belleza
Y el dispendio de luz en la refriega.
Entregarse al amor y a tu plegaria
Es igual que entregarse sin medida
Es regalarte un alma arrepentida
Y cobrar con tu luz indumentaria.
Es lágrima sin pena y sin horario
Una luz vigorosa y solitaria
Una voz, un jardín, un escenario
Una madre de Dios, la Candelaria.
Carlos Herrera, Pregón Semana Santa de Sevilla, del año 2001.
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